Jimmy Burns Marañón desmonta el mito de su padre, el espía Tom Burns
WALTER OPPENHEIMER – Londres – 24/02/2010
"Me costaba pensar que él había sido propagandista del franquismo"
Jimmy Burns Marañón tenía siete u ocho años cuando un día entró en el despacho de su padre en la casa familiar de Londres, una habitación "sagrada" en la que nunca entraba nadie, y encontró una vieja pistola Mauser alemana de la II Guerra Mundial y una cámara fotográfica Minox. Aquel hallazgo sembró en él una inquietud que crecería con los años: ¿había sido su padre un espía?
Cincuenta y cinco años de investigaciones después, ofrece la respuesta a esa pregunta en forma de libro, Papá espía (Debate), en el que literalmente desnuda a su padre con todas sus virtudes y defectos. La obra se centra en los años en que Tom Burns trabajó en la Embajada británica en Madrid (1941-45) y ofrece un apasionante desfile de personajes históricos. Amigos íntimos como los escritores católicos Graham Greene y Evelyn Waugh, enemigos en la sombra como los agentes soviéticos, aún no descubiertos, Kim Philby, Anthony Blunt y Guy Burgess. O el doctor Gregorio Marañón, al que la Embajada británica en Madrid consideraba un agente de Reino Unido y con el que Tom Burns acabaría emparentado al casarse con su hija Mabel.
Pero constituye también un vivo retrato del aislamiento de los católicos británicos de los años treinta y su tendencia a apoyarse unos a otros para penetrar en el establishment; de los contrastes entre la España de provincias, todavía al aire las cicatrices de la Guerra Civil, y la agitada vida nocturna de Madrid que disfrutaban aristócratas, diplomáticos y acólitos del franquismo; o del cruel pragmatismo de Winston Churchill, para quien los intereses británicos pasaban por encima de legalidades y derechos humanos y se centraban en mantener la neutralidad del franquismo durante la guerra y evitar que las tropas de Hitler acabaran entrando en España y conquistaran Gibraltar como cabeza de puente para dominar el norte de África.