Por Manuel Lucena Giraldo, Profesor Asociado de Humanidades
¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? Ambas cuestiones constituyen la razón de ser de la historia y del trabajo de los historiadores, de acuerdo con unas premisas científicas. En primer lugar, no hay historia sin fuentes, sin testimonios del pasado evaluables y verificables. En segundo término, la historia admite y fomenta la imaginación, pero jamás la invención. La ficción está prohibida. En la medida en que lo histórico se añade como adjetivo a diferentes productos culturales (cine, novela o videojuego) para otorgarles credibilidad y satisfacer una demanda, debemos preguntarnos por la razón de esta convivencia. Quienes los consumen pretenden rememorar una experiencia, jugar a que están allí. Es una actitud humana primordial, según nos enseñó en «Homo Ludens» el gran historiador holandés Johan Huizinga.
En este sentido, los públicos de la historia se acercan a juegos, libros y películas «históricos» porque recrean una atmósfera, contienen un aire de época, evalúan acontecimientos cruciales bajo diversos puntos de vista. Allí pueden y deben estar al mismo tiempo la visión de un general y un soldado, la ama de llaves y la heredera, el zapatero y el campesino. Desgraciadamente, como «lo histórico» vende, hay mucha novela, película y juego que no debería llevar esta noble etiqueta, porque cuentan una ficción mediocre y carente de fantasía, en vez de dar prioridad a la evocación del escenario. Si pesa más la trama (los personajes) que el argumento (la explicación), aquello no es histórico.
Hay juego e historia si de alguna manera el lector, espectador o jugador, puede aprender y crecer en curiosidad. Más allá, por supuesto, quien aspire a saber historia «de verdad», la puede y debe leer en libros y revistas. El saber no ocupa lugar. Todo suma. Hay razones para el optimismo. Desde sus comienzos, los videojuegos se han proyectado con éxito en escenarios históricos exóticos, imperiales o ultramarinos, como una de las artes visuales de nuestro tiempo global. Mientras se produzcan con calidad y respeten las reglas de la Historia, con mayúsculas, será una alianza conveniente para todos.
Publicado en ABC (24/VIII/2017)
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