Por Rafael Puyol, Vicepresidente de Fundación IE
Es suficientemente conocido el papel fundamental que los abuelos/as juegan en el cuidado y la atención de sus nietos. Antes se decía que los deseducaban admitiendo comportamientos o satisfaciendo caprichos prohibidos por sus padres. Sin embargo, ahora se reconoce su función esencial como cotitulares de la educación infantil corrigiendo ausencias de padres excesivamente ocupados que compensan su atención insuficiente con concesiones que los maleducan. Los términos parecen haber cambiado.
Esta manifestación de las relaciones intergeneracionales familiares es buena para todos. El abuelo/a canguro educador/a obtiene claros beneficios de su función, como evitar la soledad, incrementar su vitalidad, resistir mejor las enfermedades, aumentar su autoestima, multiplicar su motivación o soportar mejor las adversidades. Por su parte los padres se sienten tranquilos de saber que los abuelos se ocupan, con cariño y capacidad, de la atención-educación de sus hijos. Finalmente los niños consolidan los lazos de pertenencia a una familia cuyos miembros mayores le prestan atención y les ayudan en su tarea de crecer y aprender.
Por lo tanto, nada que objetar a esta dedicación inestimable de los abuelos a los nietos. Las relaciones intergeneracionales solidarias en la familia gozan de buena salud y reputación. Pero no conviene olvidar dos cosas: que el papel de cuidador de los abuelos debe ser comedido para que no se produzcan situaciones estresantes que desborden su capacidad de atención. Hay abuelos que tienen una dedicación cuasi-exclusiva a los nietos, limitadora de sus posibilidades de hacer otras cosas también gratificantes. Y esta es la segunda cuestión. El cuidado de los nietos ni puede ni debe agotar el tiempo de los abuelos, ni limitar el abanico de sus relaciones intergeneracionales. La acción de los mayores, como educadores, tiene otros ámbitos, otras formas, otras utilidades. Así lo demuestran las experiencias realizadas en escuelas, en universidades, incluso en centros que se crean con esta finalidad esencial. Vivimos en una sociedad de y para todas las edades, en la que el rol de los “seniors” va más allá de sus compromisos familiares.
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