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Jan

De Nueva York a Pekín

Written on January 20, 2014 by Rafael Puyol in IE University

rafael

Por Rafael Puyol, Vicepresidente de Fundación IE

Mi actividad profesional me ha llevado en las últimas semanas a Nueva York y Pekín, a EEUU y a China y en ambos países he podido comprobar el auge del español.  En USA  cada vez más gente y en más lugares se habla nuestra lengua. Un español trufado de expresiones  y de entonaciones que delatan la presencia variada de más de 40 millones de “latinos”   que convierten ese   territorio en  el segundo país del mundo por el número de hispano hablantes. Y la cosa va a más porque EEUU seguirá recibiendo inmigrantes de sus vecinos del Sur que aprenderán inglés, hablarán Spanglish, pero conservarán su rico español no sólo como el idioma materno que se habla en casa, sino como una lengua instrumental que cada vez más, se hablará en la calle.

El caso de China resulta igualmente notable. Ya hay más de 100 universidades en las que se enseña español, más que en España porque nosotros sólo tenemos 81. Cada vez hay más estudiantes chinos que vienen al país y se manejan en nuestro idioma que junto con el suyo (mandarín) y el inglés son las tres vehículos de comunicación más difundidos del mundo. Y esta realidad lleva inevitablemente a la reflexión de qué pacatas son algunas de nuestras Comunidades donde la lengua de Cervantes, pese a su auge internacional, es sacrificada en aras de la promoción de lenguas minoritarias que nunca podrán crecer. Por supuesto que hay que promocionarlas; por supuesto que deben formar parte de los planes de estudio que se impartan en esas Comunidades. Lo que no tiene sentido es que se intenten imponer como vehículo prioritario de transmisión, postergando, incluso arrinconando, una lengua con más de 500 millones de hablantes. Con el español se viaja por todo el mundo. Con una lengua como el catalán, sea dicho con respeto, sólo de Manresa a Sabadell.

El Ministro Wert habló de españolizar (la enseñanza en) Cataluña y armó la de Dios es Cristo, porque las autoridades  lo entendieron como una imposición. ¿Y yo que creo que, ante todo, lo que les haríamos es un favor?

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