Por Rafael Puyol, Vicepresidente de Fundación IE
Una cosa es crecer, aunque se poco, merced a un balance positivo entre nacimientos y defunciones o a un saldo migratorio favorable en el que prevalezcan las entradas sobre las salidas. Pero otra cosa muy distinta es decrecer, perder población, por el hecho de que nuestro saldo natural, se neutralizado por un balance migratorio en el que son menos los que vienen que los que se van. Y esto es lo que está sucediendo en el país, de acuerdo a las cifras que el INE ha publicado para el primer semestre del 2013.
Los años dorados de la migración han pasado ya y de alguna forma volvemos a adquirir la condición de país emigratorio que definió nuestra trayectoria secular. Somos otra vez, la España peregrina que colocó históricamente a nuestros ciudadanos en las cuatro esquinas del mundo. Vean los datos básicos: España perdió en los primeros seis meses de este año 120.000 personas que prácticamente coinciden con el saldo migratorio negativo que se produjo en el periodo (125.000 personas). El balance desfavorable lo protagonizan sobre todo los extranjeros (-100.000), pero a él se suman también los españoles (-25.000).
España ya no crece como nación, y no crecen tampoco la mayoría de sus Comunidades, con la excepción de los dos archipiélagos y Murcia.
¿Y Madrid? ¿Cuál es su comportamiento actual frente a la migración? Empezaré diciendo que la región perdió en el primer semestre de 2013 44.000 habitantes. Y que esa pérdida se debe principalmente a su saldo migratorio negativo con el extranjero, el más alto de todas las Comunidades. En compensación, Madrid tiene también el balance más fuerte, en este caso positivo, del saldo migratorio con otras regiones.
Madrid vuelve a “nacionalizar” su estructura demográfica, recuperando un tiempo en que la inmigración de otras provincias fue el componente esencial de su crecimiento. Hemos vuelto a la recuperación de un tiempo (que creíamos) perdido. A ser, como dijo Machado, el rompeolas (recuperado) de las provincias.
Comments