Por Rafael Puyol, Vicepresidente de Fundación IE
Y también en Barcelona, Valencia, Sevilla y tantas otras ciudades de dentro y fuera del país, en donde cada esquina se ha convertido para los conductores en un puesto de venta o en una estación de servicios variados. Pero las esquinas de Madrid en el ámbito de las ciudades europeas han adquirido la condición de un “shopping center low cost” similar a la sección de oportunidades de El Corte Inglés. Quizás una clasificación cuatripartita sintetiza lo fundamental de esa condición. Tenemos en primer lugar la “esquina espectáculo” en la que malabaristas sonrientes repiten cada 3 ó 4 metros un ejercicio circense por el que inmediatamente pasan la gorra. Existe, un segundo término, la esquina “klinera”, donde por unos céntimos te venden varios paquetes de esos singulares pañuelos multiuso. Es preciso reconocer que algunos “klineros” son auténticos emprendedores, han diversificado el negocio y ampliado el “género”, si bien con una cierta especialización en artículos para el automóvil: pinos aromáticos, bayetas limpiadores o espuma para el salpicadero. Despues, encontramos “la esquina limpiaparabrisas”, monopolizada sobre todo por rumanos que, con o contra tu voluntad, intentan limpiarte los cristales del coche. Las esquinas espectáculo o las “klineras” son, por lo general, pacíficas. Das o no das al funámbulo, compras o no esos desodorantes de coche, pero si no lo haces nadie te agrede. Más agresivos son los limpiadores que inician su tarea sin tu consentimiento y te dejan la huella espumosa de su malestar ante tu posible renuncia al servicio impuesto.
Y dejo para el final la mención de las “esquinas-pobreza”, donde algunas personas, muchas realmente necesitadas, ni te ofrecen, ni te venden nada; únicamente se limitan a solicitar tu caridad.
Vivimos malos tiempos y hay que soportar que otros ciudadanos nos pidan, nos limpien o nos quieran vender cosas que no necesitamos. La solidaridad pasa, a veces, por aceptar estos ofrecimientos, aunque a veces sean ofrecidos con impertinencia. Ya escampará el temporal.
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