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Apr

El viso

Por Borja Casans Castillejo, antiguo alumno del MBA Part-Time de IE Business School y Presidente del IE Art Club

El último alcalde de Madrid antes de la caída monarquía en 1931, fue el marqués de Hoyos. Este le encargó a Zuazo (plan Zuazo y Jansen) la prolongación de Madrid en línea recta por la Castellana. El proyecto que fue asumido desde la administración de la Segunda República con bastante entusiasmo, sobre todo por parte del ministro de obras públicas, Indalecio Prieto, por ello se encuentra su escultura en Nuevos Ministerios. Hubo que cerrar el Hipódromo, ya que cortaba la gran avenida.

Durante la República se asienta el estilo racionalista, y es en el Viso – delimitado por Vitrubio y Carbonero y Sol – donde la experiencia urbanística de casas económicas se desarrolla. Para ser propietario había que demostrar no tener ninguna otra propiedad, además de demostrar vivir de un trabajo profesional: arquitectos, médicos e ingenieros fueron los adjudicados. El propietario de estos terrenos tan altos era Gregorio Iturbe. El modelo alemán de colonia jardín creó 240 viviendas, la mayoría realizadas por el arquitecto Bergamín. En esta pequeña ciudad jardín vivió por ejemplo, el filósofo Ortega y Gasset.

El fenix

Tras acabar la Guerra Civil, uno de los arquitecto más importantes de cargo militar (comandante del aire) y arquitecto antes de la contienda es Gutiérrez Soto. Su gran obra anterior (el teatro Barceló – luego Pachá), reconoce un equilibrio pasmoso entre funcionalidad para el escenario y el expresionismo del exterior, donde todos los volúmenes y terrazas salientes, impregnan un nuevo ambiente de la Bauhaus al escenario madrileño. Se encontraba también realizando la obra de la casa de Almagro, que quedó paralizada durante la contienda. Curioso ver esa casa tan moderna en contraste con el carácter monumental del Ministerio del aire (antiguo emplazamiento de la cárcel Modelo). Soto sabe que tiene que dar un carácter nacional más propio, y el herreriano de El Escorial es de gusto y línea castrense. La idea, cómo no, viene de la monumentalidad buscada en Europa por las dictaduras. Por ello, si tuviera que decir algo de la arquitectura de Gutiérrez Soto, hablaría de su capacidad de mutar. Parece ser que durante la guerra había realizado muchos aeropuertos de campaña.

Pero volvamos a lo que ocurría en Castellana, Gutiérrez Soto inicia en el 45 el edificio de Carlos III de Colón, nada que ver, por ello lo que digo sobre su adaptabilidad, con el edifico Unión y el Fénix antigua parcela de los Montellano. Y es que la Castellana o Av. del Generalísimo se convierte en el eje representativo del poder y de los grupos empresariales, derrocando a la Gran Vía y Alcalá. La lastima fue ver desaparecer sus casas palacios para albergar estos edificios monumentales y de recientes materiales que, aunque son de armoniosa línea, han violado el Madrid de la historia y su carácter de corte y ciudad de tiempos.

Estos palacios se acababan en María de Molina, donde la torre de Soto estiliza a mi parecer, aunque un poco más adelante, le volvemos a ver con el edificio del Alto Estado Mayor, esquina Vitrubio, también por encargo del general Vigón.  Lo mismo que el ministerio del Aire, esta vez de una modernidad magnífica, una obra a mi gusto maestra, no sabemos si el general Vigón le perdonaría por la falta del estilo cuartel.

Torres Castellana

De ahí pasada ya la M-20, se encuentra Azca, cuya proyección se inicia en el 54, sigue estrictamente la estética moderna; es Perpiña el que gana el concurso. Comentar tres edificios, uno el de la torre de Sainz de Oíza BBVA, aunque las escaleras interiores nunca las entendí por estrechas y frágiles, la fachada siempre tuvo prestancia, no sé si tanto como la de Picasso, que es de una magnificencia lineal, pero ambas torres son de carácter propio. Por último el edificio de Iñiguez de Onzoño, de fachada compleja que consigue encuadrar y rematar el conjunto de la plaza interior, de expresión amorfa y complicada. Porque la realidad de esta Gran Manzana artificial, es en línea general de poco interés a mi gusto, sobre todo por la falta vida y de recorrido. Yo siempre me acabo perdiendo.

Por adentrarme en el XXI, comentar, las cuatro nuevas torres son magnificas, aún así le faltan otras seis; y no lo que pretenden hacer en la estación de Chamartín. Si tengo que dar prioridades, replicaré una anécdota de la duquesa de Alba en una entrevista con la cual estoy totalmente de acuerdo. Al preguntarle por las torres contestó, que torres hay en todas las ciudades y en cambio palacios como el suyo y los que quedan en Madrid no. ¿Qué vendrán a ver los turistas, unos o los otros? Hace falta restauraciones en el centro, eso es evidente.

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