24
Apr

escritor-Jose-Manuel-Caballero-Bonald-durante-discurso-agradecimiento-Premio-Cervantes-ha-reivindicado-hoy-potencia-consoladora-poesia

Debo empezar reiterando lo más obvio: que el premio Cervantes me ha
deparado la mayor satisfacción recibida en mi ya dilatado trayecto humano y literario.
Se trata por supuesto de un motivo de orgullo muy especial y de un honor que va a
acompañarme cada día, como un estímulo inagotable, en este ya sobrepasado arrabal
de senectud. Tengo que hacerme merecedor de este reconocimiento magnánimo -me
he repetido muchas veces-, como convenciéndome de que debía esmerarme para
que mi trabajo literario alcanzara una suficiente validez. Sólo así iba a poder
equilibrarse lo mucho que recibo con lo poco que ofrezco.

Deseo que mi gratitud se reparta efusivamente entre cada uno de los miembros
del jurado y entre quienes han hecho posible que yo esté hoy aquí, conmovido y
abrumado, recibiendo el premio mayor de nuestras letras. Pienso en algunos poetas y
novelistas que me han precedido en este trance -Antonio Gamoneda, José Emilio
Pacheco, Juan Marsé, Ana María Matute, Juan Gelman-, que son también amigos
queridos y autores predilectos, y pienso en otros compañeros fraternales -José Ángel
Valente, Carlos Barral, Ángel González, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma,
José Agustín Goytisolo- a quienes la muerte cercenó la posibilidad de recibir los
honores que yo recibo ahora. “Falta la vida, asiste lo vivido”, dijo Quevedo en un
soneto eminente. Y eso es lo que me repito mientras recurro a esta evocación
justiciera. Y mientras procuro sobrellevar la turbadora experiencia de hablar en una
cátedra de la que irradió el magisterio del humanismo español, y desde la que se
instruyó a algunos de los grandes ingenios de los siglos de oro.

El premio Cervantes viene a activar un vínculo siempre latente con nuestro
primer y universal novelista, a quien me tienta aplicar el mismo encomio que dedicó
Rubén Darío a Verlaine: “padre y maestro mágico”. No se me oculta que hablar de la
significación de este premio dispone de ciertos desvíos retóricos difícilmente evitables.
Pero prefiero, en este caso, la retórica a la mesura. He pensado mucho en las
palabras que debía utilizar a este respecto. Y me he preguntado una y otra vez qué es
lo que verdaderamente le debo a Cervantes, cuánto he aprendido de él para que, en
virtud de este premio, se hayan asociado su ejemplo y mi devoción. Y sólo he
encontrado respuestas deficientes.

Continuar leyendo en ElPaís

Comments

No comments yet.

Leave a Comment

*

We use both our own and third-party cookies to enhance our services and to offer you the content that most suits your preferences by analysing your browsing habits. Your continued use of the site means that you accept these cookies. You may change your settings and obtain more information here. Accept