Por Rafael Puyol, Vicepresidente de Fundación IE
Casi todo el mundo sabe que la expresión “ninis” se utiliza para designar a los jóvenes de 18 a 24 años que no estudian ni trabajan. El término identifica una actitud de apatía, indolencia o carencia de iniciativa que les lleva a la inanición. Pocas personas nacen con vocación de “Ninis”. En la mayoría, es una condición sobrevenida ante la creencia de que no hay trabajo y, por lo tanto, no lo buscan, ni estudiar va a depararles en el futuro una situación mejor. En todos los países de nuestro entorno socio-económico hay “ninis”, pero España tiene ahora con Bulgaria, Italia, Grecia e Irlanda una de las tasas más altas de la Unión Europea (alrededor de un 23% que supone más de 800.000 “ninis”).
Los jóvenes españoles están especialmente golpeados por la crisis. Que no encuentren trabajo ni siquiera uno de cada dos, es verdaderamente preocupante. No trabajar es para la mayoría una imposibilidad, no una opción, de tal manera que una reducción significativa de los “ninis” por la vía laboral no va a ser posible a corto plazo. Pero sí podemos y debemos promover e incentivar su incorporación o su vuelta a las aulas. De hecho, así parece que está ocurriendo a tenor de los datos de matrícula de los últimos años.
En un contexto de superación de la crisis, al que hay necesariamente que aspirar, el país va a necesitar más y mejores profesionales en los primeros tramos de la edad laboral que va a estar falta de efectivos por la caída de la natalidad.
Como cualquier tiempo de crisis, éste lo es también de oportunidades. Y la gran oportunidad ahora es la formación. Así pues, “ninis” a la escuela, a la FP o a la universidad. Y no sólo porque una mejor formación va a favorecer su empleabilidad, sino porque el futuro mercado de trabajo español los va a necesitar.
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