Por Manuel Lucena Giraldo, Profesor de IE School of Arts & Humanities
El humor resulta una condición para sobrevivir. Bond es el héroe propio de un mundo crepuscular y por eso es tambieén un tipo patético y un pícaro, al modo de Tristan Shandy o nuestro Lazarillo de Tormes.
Una mañana de 1952 cierto periodista británico de mediana edad y residente en Jamaica, que bebía una botella de ginebra y fumaba setenta cigarrillos diarios, empezó a escribir su primera novela. Era un caso de libro, nunca mejor dicho, de “bloqueo de escritor”. Su nombre era Ian Fleming. A pesar de que había intentado convertirse en militar o diplomático, como estaba destinado por la elevada posición social de su familia, hasta que no se dedicó al periodismo no halló su destino., Arrogante, poliglota, melancólico y seductor, fue corresponsal en Moscú y banquero en Londres antes de servir como oficial naval y espía durante la Segunda Guerra Mundial.
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Como fue publicado en ABC
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