Por Rafael Puyol, Profesor de IE School of Arts & Humanities
En pocos días estamos convocados a las urnas para elegir los nuevos representantes municipales y autonómicos. La pasada semana comenzó la campaña que nos puede dejar exhaustos a los sufridos votantes que figuramos en el Censo Electoral. Pero quizás resulta útil saber cuántos y quiénes somos.
En total podrían votar más de 35 millones de personas, mayores de edad, que suponen tres cuartas partes de nuestra población. La mayoría de esos electores son españoles que residen en España (96%). Los extranjeros que viven entre nosotros y que sólo pueden votar en las municipales son poco menos de medio millón y los españoles residentes en el extranjero que únicamente emiten su sufragio en las autonómicas alrededor de 700.000. Las elecciones, como es lógico, se juegan y deciden en casa. Eso es combinable con la influencia del voto extranjero, prioritariamente comunitario, que en determinados municipios acaban eligiendo o decidiendo el alcalde. Y lo es también con la importancia que los electores que residen fuera tienen en las elecciones de alguna Comunidad; en Asturias, por ejemplo, donde los votantes externos son casi el 10% del total.
Entre los votantes españoles que ejercen aquí sus derechos hay casi tantas mujeres como hombres. No hay muchos jóvenes de 18 a 35 años porque esas personas proceden de la etapa de baja natalidad. Los adultos hasta 65 años son la mayoría, pero cada vez hay más gente mayor de 65 e incluso mayor de 80 años. En cuanto a los extranjeros los rumanos, ingleses, alemanes, italianos y franceses, dominan el voto. Extracomunitarios hay pocos, pero son cada vez más los inmigrantes que al nacionalizarse votan como españoles. Tenemos un censo que ha cambiado con el tiempo en cuya estructura han jugado los tres factores que marcan nuestra trayectoria: la caída de la natalidad (menos electores jóvenes), el envejecimiento (más electores mayores) y la inmigración (más votantes extranjeros o nacionalizados).
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