Una vez más, no fue posible el acuerdo sobre una de las cuestiones básicas para reformar el Pacto de Toledo sobre las pensiones: el retraso de la edad de jubilación a los 67 años. Al menos, si parece haberlo en promover el trabajo más allá de la edad legal del retiro ( actualmente 63,74 años ) incentivando la actividad después de los 65,recortando seriamente las prejubilaciones o permitiendo compatibilizar salario y pensión. Algo es algo porque lo que el país va a necesitar en el futuro es que más trabajadores “seniors “ estén más años activos y menos cobrando una pensión para amortiguar el desequilibrio entre población activa y dependiente.
Se sobradamente que ampliar la masa laboral por la vía de la prolongación de la vida activa es una decisión impopular y que además no es la única existente .Inyectar más trabajadores al mercado es factible siempre y cuando se establezcan los procedimientos para que otros grupos ( mujeres ,inmigrantes ) intensifiquen su presencia en las condiciones de integración adecuadas .Pero sin ser la única medida, el retraso tendría consecuencias positivas y una lógica demográfica que no admite discusión. La edad actual del retiro se estableció en una época en la que nuestra esperanza de vida era bastante inferior a la actual. Ahora vivimos más y afortunadamente cada vez mejor.¿ Qué razón hay para que no podamos trabajar más años ?Salvo para determinados colectivos, ninguna con suficiente peso .Pero esa posibilidad exige dos cosas que no se dan :consenso político y un cambio de mentalidad en la sociedad fácil sobre la base de un acuerdo generalizado entre los interlocutores sociales y casi imposible si éstos hacen de la proposición un instrumento de controversia, de reivindicación o de oposición .La crisis favorece ( y demanda )este tipo de medidas ,pero no estamos aprovechando la ocasión .En el futuro ,cuando sea inevitable ,lamentaremos el tiempo perdido.
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