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LOS SONIDOS DE LA MÚSICA

Written on December 14, 2010 by Rafael Puyol in Arts & Cultures & Societies

Suelo acudir a los conciertos de música clásica que me parecen solventes y mi tiempo  y  mi patrimonio permiten. Y en muchos compruebo que al espectáculo que ofrece el programa se superpone otro de tonalidades distintas que evidencia el largo camino pendiente para homologarnos como un país de cultura musical solvente.

El mejor de los comportamientos del público asistente a un concierto es mantener el mayor silencio posible durante la audición .Pero eso, desgraciadamente, no ocurre en la mayoría de las funciones .El brío de una partitura inflama el ardor  de algunos espectadores que aplauden, a deshora, en la pausa entre dos movimientos. Su deplorable conducta es severamente censurada por el sonido gutural de otros aficionados que reclaman con sus “chiiisss “el silencio a gritos. El resultado es una  algarabía de sonidos que expresan simultáneamente  el desconocimiento o la descalificación del respetable .Un pianísimo sublime es interrumpido por el estrépito de los bolsos que se desploman desde los reposabrazos o por las toses sonoras que rivalizan con el estruendo de los trombones. Algunos espectadores, más respetuosos, contienen los movimientos compulsivos y sonoros del aparato respiratorio, pero cuando cesa la música es como si una epidemia de gripe asiática se hubiera adueñado de la sala, inundándola de estornudos violentos y cavernarios. La sinfonía de sonidos alcanza un gran nivel de sofisticación cuando alguien intenta quitar el papel a un caramelo de propiedades antitusígenas. Hay aficionados convulsos que se ponen a dirigir la partitura con las manos, cuando no con los pies, como si estuvieran clonando un concierto de claqué. Pero lo que resulta inadmisible es que además de dirigir una sinfonía con las extremidades, algún espectador te la tararee, entremezclando con la voz el dulce sonido del violín ,el más ronco de la trompa o el sordo tan-tan de los timbales .Toser, sonarse o mover las manos son actos naturales de nuestro organismo, pero cuando acudimos a un concierto deberíamos procurar dejarlos en casa.

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