La verdad es que la medida de elevar la edad de jubilación ha sido presentada en el peor momento. Resulta un lacerante sarcasmo decir que habrá que trabajar más años para cobrar una pensión, cuando el país rebasa los 4 millones de parados y el 42% de los jóvenes no encuentra trabajo. La crítica se suelta la melena en algunas redes sociales como el Club de Facebook "va a trabajar tu puta madre hasta los 67 años" en donde se entremezclan argumentos razonables con exabruptos viscerales para descalificar "el pensionazo".
Y sin embargo, la propuesta va a ser necesaria con algunas correcciones ligadas al tipo de trabajo y a la incentivación de la actividad hasta por lo menos 70 años.
Pero tienen razón quienes dicen que tendríamos que empezar por corregir la situación de las prejubilaciones anticipadas. Resulta que hoy en España 4 de casa 10 personas salen del trabajo antes de los 65 años, una opción razonable en profesiones que exigen gran esfuerzo físico o sicológico. Que los mineros, los peones de la construcción o los pescadores celebren retirados su 60 cumpleaños, es natural. Ahora bien, que lo hagan empleados cualificados de empresas clave para la marcha de nuestra economía, es un despropósito. Es necesario corregir esa situación en la que a una persona se la puede jubilar a los 52 años. Incluso la medida de hacerlo a los 59 me parece corta.
A esas edades los trabajadores que desempeñan una actividad intelectual están normalmente con sus capacidades intactas y la mayoría desearían mantenerse activos ¿Qué sentido tiene que a un varón o a una mujer que pueden esperar vivir 78 u 84 años, se les jubile a los cincuenta y tantos? Empecemos, por lo tanto, por llevar la edad real de jubilación (63 años y 10 meses) a la edad legal, limitando las prejubilaciones. Y después hagamos lo demás.
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