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May

Haizam Amirah Fernández

Investigador principal para el Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, y profesor de Estudios Árabes y Relaciones Internacionales (IE School of Arts and Humanities)

 

Este artículo se publicó originalmente en la revista Culturas, no. 2 (monográfico sobre la juventud en el mundo árabe), septiembre 2008. El autor agradece a la Fundación Tres Culturas, con sede en Sevilla, la autorización para reproducirlo aquí.

 

Juventud, sexualidad y religiosidad

La carga de las costumbres sociales y la tradición que los jóvenes árabes soportan en la actualidad es enorme. Los cambios sociales y económicos de las últimas décadas están transformando los roles de los individuos a un ritmo muy superior al de los cambios de mentalidad. Mientras que en algunos lugares se ha producido una evolución, otros han experimentado una involución. Uno de los fenómenos sociales en los que más se notan esos cambios es el retraso del acceso de los jóvenes al matrimonio. El número de jóvenes que se ven forzados a retrasar el matrimonio y la posibilidad de formar una familia no deja de aumentar. Hace tan sólo una década, las dos terceras partes de los varones árabes estaban casados antes de cumplir los 30 años. Hoy son sólo la mitad, bastante por debajo de la media de otras regiones del mundo.

En las sociedades árabes, el matrimonio es visto como un requisito para obtener cierta independencia de la familia y para tener una posición más respetable en la sociedad. Pero, sobre todo, el matrimonio es una garantía para que el individuo esté sexualmente activo en un entorno donde es común la segregación entre sexos. No hay que olvidar que las relaciones sexuales fuera del matrimonio siguen siendo un delito castigado con mayor o menor dureza en numerosos países árabes. Es más, con frecuencia ocurre que aquellos que buscan satisfacer sus necesidades sexuales fuera del matrimonio terminen con un fuerte sentimiento de culpa que intentan purgar mediante una mayor observancia religiosa.

Es sabido que la sexualidad juega un papel muy importante a lo largo de las distintas etapas de la vida del ser humano. Sin embargo, este es un aspecto que no está lo suficientemente tenido en cuenta cuando se estudian las prácticas y creencias de los jóvenes árabes. Los temas relacionados con el sexo, como los matrimonios de duración prefijada, la prostitución, la pornografía y la homosexualidad, siguen siendo tabú en el mundo árabe, aunque muy lentamente empiezan a aparecer en algunos debates públicos.

En unas economías que no ofrecen puestos de trabajo decentemente remunerados, acordes con las habilidades o aspiraciones de los jóvenes, éstos alargan su etapa de dependencia familiar, lo que altera profundamente sus ciclos vitales, afecta a su autoestima y defrauda las expectativas que sus entornos tienen puestas en ellos. En todas las sociedades árabes, el matrimonio no sólo está considerado como la llave de acceso a la madurez, sino que también es visto por muchos como una obligación religiosa. Por ello, no tener los medios para casarse y formar una familia añade una mayor presión y sentimiento de culpa a unos jóvenes ya de por sí desencantados con la sociedad y descontentos con su suerte. Algunas prácticas sociales extendidas no hacen más que agravar el problema, como el hecho de que las familias de las chicas pidan dotes muy elevadas para protegerlas en caso de ser repudiadas, o que las ceremonias nupciales tengan que ser multitudinarias y ostentosas. La carestía de los productos alimentarios básicos, de la energía y de la vivienda durante los últimos años está dificultando más la situación.

Al no casarse, muchos jóvenes se quedan en el limbo entre la adolescencia y la madurez. Algunos, sin embargo, al volverse religiosos se sienten más adultos y respetados por su entorno social debido a su conducta piadosa. Otros aprovechan las ayudas que ofrecen numerosas organizaciones caritativas islamistas para encontrar pareja con la que casarse y para buscar una vivienda y dotarla de los muebles y electrodomésticos imprescindibles para empezar una vida juntos y formar una familia.

Paradójicamente, mientras que en otros lugares del mundo la religión lleva a algunos al celibato voluntario, en las sociedades árabo-islámicas es el celibato forzado (aunque sea temporal) el que acerca a muchos a la religión.

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