En esas biografías de urgencia improvisadas, un periodista definía a Gabilondo como un partidario de Bolonia. Y se atrevía a sugerirle recetas para resolver el cúmulo de cuestiones que entorpecen o lentifican el proceso.
El nuevo ministro no necesita consejos para saber lo que tiene que hacer. Le sobran conocimientos y experiencia para seguir el camino correcto de una adaptación tan inevitable, como positiva si se hace bien. Lo que necesita es colaboración y presupuesto.
Colaboración de todas aquellas instancias críticas que sin argumentos sólidos se están manifestando hostiles a Bolonia. Es muy fácil decir que los estudiantes no tienen razón. Yo creo que no la tiene, pero ahí están enarbolando una bandera que necesita mucho diálogo, mucha paciencia y algunos compromisos firmes para ser arriada. La Aneca se carga de razones para justificar la pulcritud de sus procesos de verificación, pero la protesta ante sus decisiones fue un clamor que aconseja otras formas de actuación. Y no ayudan nada quienes pretenden una especie de Bolonia a la carta, saltándose sus presupuestos básicos y planteando exigencias que rompen principios elementales. La excepcionalidad concedida a las ingenierías debería ser revisada porque abre un precedente peligroso y crea un agravio comparativo para otras titulaciones.
Y así podría ir ampliando el censo de los obstáculos que hacen de Bolonia una senda tortuosa que sólo una dirección convencida, decidida, cautivadora y firme puede sortear.
El nuevo ministro tiene esas condiciones y no le va a faltar el apoyo de los Rectores. Pero eso no va a resultar suficiente. Hay muchas otras instancias, universitarias y extrauniversitarias, que sublimando intereses particulares o corporativos, deberían contribuir a fluidificar un proceso que se ha vuelto espeso. Espero y deseo que así suceda para que Bolonia nazca con el peso y la fuerza suficientes. Mientras tanto, el ministro tiene que buscar la financiación necesaria para que la criatura progrese adecuadamente e incluso pueda mejorar.
Comments