Este año la cuesta de enero está siendo más dura y empinada. Las tarjetas de crédito están temblando y el llanto y crepitar de dientes se producirá cuando venga la cuenta en Febrero.
Ya se han apagado las luces navideñas y hasta los anuncios de televisión son de otra cosa y de otra clase.
Durante las fiestas todo invitaba al consumo. Las doradas burbujas de cava aumentaban nuestra ensoñación. Los juguetes inverosímiles encandilaban los ojos de los niños. Las embelesadoras fragancias casi se podían oler en un ambiente de presentación tan sofisticado, como improbable. Todo era amor y lujo del que participaban hasta los langostinos.
En cambio ahora, ¡¡¡carpe diem!!!, la luz se ha vuelto sombra, el lujo sobriedad y la exaltación del cuerpo ha mutado en un rosario de admoniciones, que advirtiendo su deterioro, pretenden aliviarlo de males pasajeros o dolencias sin retorno.
En los pocos minutos que median entre el final de un telediario y la información meteorológica, asistí, con gran entereza de ánimo, a los siguientes anuncios.
Uno recomendaba un yogurt para facilitar el tránsito, evidentemente el intestinal porque para el otro ni aún doblando la dosis se obtiene remedio.
Una señora aseguraba alivio eficaz contra las hemorroides y sus devastadores efectos en sálvese la parte. Una actriz magnífica prometía remedio seguro para las “pérdidas” leves que, por el contexto, intuí que no eran las de memoria. Un señor de mediana edad, bien parecido, aseguraba el mantenimiento del cabello con un champú digno de Sansón y otro , ya provecto, que a nadie se le iba a caer la dentadura al enfrentarse a un solomillo contumaz.
Los anuncios para mejorar la salud, aumentar la belleza o enmascarar el envejecimiento, no tienen estación. Pero es como si en determinadas épocas quedasen ensombrecidos ante la rotundidad de algunos protagonistas y de otros mensajes. ¿Se imaginan ustedes a las burbujas de Freixenet, con problemas de tránsito por una dosis insuficiente de bifidus activos o con pérdidas leves por irreparables defectos mecánicos?. No, definitivamente, no. Estas cosas son para la cuesta de enero, porque los excesos previos también se pagan a plazos y están pasándonos el primero.
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