21
Nov

Blanca Riestra

(En respuesta a "Literature is for everybody, writing isn’t")         

Tuvo que ser alguien tan platónico como Jorge Luis Borges quien defendiese que un hombre es todos los hombres, y que todos los libros están en cada libro. Decía Borges que, si todos los libros del mundo ardiesen en una pila, daría igual, pues cualquier hombre sería capaz de reproducirlos, palabra por palabra, línea por línea. La idea es hermosa, reconozcámoslo, tentadora. Un ataque furibundo a la propiedad intelectual, una afirmación consoladora, democrática, un aprendizaje de humildad.

Siempre me ha gustado la idea de que la Literatura con mayúscula se esconde también detrás de los textos más ínfimos, en los escritos circunstanciales, en las instrucciones de montaje de los muebles, en las pintadas de las paredes, en los envoltorios de los helados, en los cartones garabateados por los mendigos, en los prospectos de los medicamentos, mediante esa maravillosa "alquimia del verbo" de Arthur Rimbaud, que decía así en Una temporada en el infierno:

"J’aimais les peintures idiotes, dessus de portes, décors, toiles de saltimbanques, enseignes, enluminures populaires; la littérature démodée, latin d’église, livres érotiques sans orthographe, romans de nos aïeules, contes de fées, petits livres de l’enfance, opéras vieux, refrains niais, rythmes naïfs… ».

Sería esa voz del mundo, la misma que recorre los libros destinados a permanecer, la que escapa a las circunstancias personales de sus autores y convierte los libros en « otra » cosa.

¿Qué hace que la literatura sea literatura?, ¿puede un prospecto de aspirina o un mensaje encontrado sobre la nevera[i] 

(y que luego irá a parar al cubo de la basura) ser literatura ?  Todos tenemos nuestra formula al respecto. Formulas variables, no exclusivas, cogidas con pinzas. Yo citaría tres condiciones indispensables, pero no suficientes, para el hecho literario:

Primero, el texto debe de haber sido escrito con voluntad de que perdure ; segundo, debe de haber sido escrito con especial atención a su materialidad (al cuerpo del texto que, no en vano, es el corazón del texto) ; y, tercero, el texto debe de ser  capaz de decir algo más de lo que dice. Es esta una suerte de alquimia delicada que quizás se resuma simplemente en fe. Fe de algún tipo. No sé de cual. Del peor tipo.

En la práctica, hay libros buenos y libros malos, la mayor parte de los libros malos suelen ser bienintencionados, ya se sabe. La historia de la literatura está llena de grandes nombres, de autorías colectivas y también de obras anónimas… Algunos pastores fueron grandes poetas, y algunos cortesanos, autores infames. Y al revés. Es indudable que todos tenemos un libro que escribir, el problema es saber si seremos capaces de escribirlo. Y si lo que escribiremos será literatura.

[1] Por cierto, William Carlos Williams convirtió una vez un mensaje encontrado sobre su nevera en un maravilloso poema que decía así :

This Is Just to Say

I have eaten
the plums
that were in
the icebox

and which
you were probably
saving
for breakfast

Forgive me
they were delicious
so sweet
and so cold

Comments

No comments yet.

Leave a Comment

*

We use both our own and third-party cookies to enhance our services and to offer you the content that most suits your preferences by analysing your browsing habits. Your continued use of the site means that you accept these cookies. You may change your settings and obtain more information here. Accept