Ayer estuve dedicando unas cuantas horas a un quehacer que iguala a los hombres del planeta casi tanto como la muerte: a montar un armario. Y comprendan mi desesperación cuando tras un par de horas atornillando y clavando descubrí que había montado al revés la pieza central y debía volver a deshacer lo hecho y empezar de nuevo. Mientras deshacía y volvía a hacer, de los más negros pensamientos surgió este post.
¿Se acuerdan de Sísifo, cuyo castigo eterno era cargar una enorme roca a la cima de una montaña, y siempre poco antes de llegar se le caía abajo de nuevo y debía bajar a recogerla? ¿Y de las Danaides? Fueron condenadas a llenar de agua un tonel que no tenía fondo. Un tormento del infierno órfico era acarrear agua en cedazos, los cestos agujereados para trillar, de los que el agua lógicamente se escapaba, y así debían volver eternamente a la fuente a rellenar los inútiles cedazos Incluso la pobre Casandra, que profetizaba siempre la verdad, con exactitud pasmosa, y siempre en vano, porque Apolo la había condenado a que nunca nadie la creyera. Pero al menos estos grandes condenados habían cometido grandes delitos: Sísifo trató de engañar a la muerte, las Danaides asesinaron a sus maridos, Casandra rechazó las proposiciones de Apolo. ¿Pero yo, pensaba, qué he hecho para ser castigado a montar y desmontar eternamente un armario?
No me cabe duda de que al sufrir la crisis económica no falta quien tiene esta sensación de esfuerzo inútil, multiplicada por la diferencia que hay entre un armario y miles de euros que de repente valen un 30% de su valor inicial. La sensación de un permanente sacrificio que parece no llevar a nada, de años de trabajo y ahorro que de repente se volatilizan, de tiempo y fuerza perdidos en vano. En otra dimensión, a veces pasa lo mismo al atender a los parientes en coma, ausentes de este mundo, pero que a los vivos les cuestan mil desvelos, y no pueden dejar de preguntarse “¿para qué? pero si no se entera de nada…”
Pero al cabo, terminé el armario. Hay esperanza. Vean Hable con ella de Almodóvar los que dudan si merece la pena atender a los parientes en coma. No cunda el desaliento entre los ahorradores, que la bolsa se recuperará tras las elecciones americanas (lo ha dicho Casandra). Piensen que toda la ciencia ha avanzado a base de ensayo y error, en un camino permanente de esfuerzo vano y rectificación. Piensen que también la literatura, incluso los blogs, para producir una obra maestra, necesitan dejar atrás mucha morralla experimental.
Al ver el armario terminado y reluciente, pensé que los griegos, que tanto temían el esfuerzo inútil como el mayor castigo, tenían el antídoto: pathei mathos, con el sufrimiento se aprende. Seguro que el próximo armario me sale a la primera. Y que en la próxima época de vacas gordas ahorramos mejor.
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