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Tener una Teoría de la Mente II

Written on June 4, 2008 by Julián Montaño in Arts & Cultures & Societies, Philosophy

Julián Montaño

Mirrorman

En 1978 los señores D.G. Premack y G. Woodruff escribieron un artículo titulado Does the chimpanzee have a theory of mind? (Behavioral and Brain Sciences, 1, 515-526 –ya siento no poder ofrecer el link, es inencontrable en internet). Este es el artículo inaugural de las teorías de la ToM (Theory of Mind, “tener una teoría de la mente”) aunque se pueden buscar antecedentes de temas parecidos y remontarse a Piaget. Premack y Woodruff se preguntaban si los chimpancés tenían una “teoría de la mente”. “Tener una teoría de la mente” es atribuir estados mentales intencionales a otro. Atribuir creencias o deseos a los demás, que nos ayudan a predecir su comportamiento (a estos estados mentales se les llama intencionales, porque tienen una intención, se dirigen a algo: creer en p, o desear que p). Parece ser que los chimpancés sí tienen algo parecido a una teoría de la mente aunque no está del todo claro. Lo fascinante es ver como los humanos desarrollan su propia ToM y los experimentos que se han desarrollado alrededor de todo esto. Hay experimentos de todo tipo y uno de ellos es la prueba de las muñecas. Ponen al niño enfrente de dos muñecas. Las muñecas están jugando con un trapito o cualquiera que sea los complementos de una muñeca. Una de las muñecas (Sally es su nombre clásico) coge el trapito y lo mete en la caja A y se va, y se queda la otra muñeca (Anne es su nombre en los artículos científicos), ésta coge y saca el trapito de la caja A y lo mete en la caja B. Llega la primera muñeca al escenario y le preguntan al niño ¿dónde debe buscar Sally, la muñeca 1, el trapito?. Y aquí viene lo fascinante. Si el niño responde en la caja B, que es donde realmente está el trapito metido a escondidas de Sally, el niño ha fallado en atribuir una falsa creencia a Sally, es incapaz de calibrar como será la creencia de Sally si Sally no ha visto lo que ha hecho Anne. Al contrario, el niño desarrolla una ToM, una teoría de la mente, al calibrar la creencia que debe de tener Sally y por tanto diciendo que buscará el trapito en la caja original. El niño que cree que Sally buscará en la caja A ha sido capaz de representar una situación diferente de la suya, triangulando una situación con su mente y la de otro. “Tener una teoría de la mente” es complejísimo porque significa atribuirle estados mentales a otro para reconocer su comportamiento. Eso significa representarse un acercamiento intencional al mundo (o sea creencias y deseos) diferentes del de uno. No en vano se piensa que determinadas clases de autismo pueden describirse como la incapacidad de generar una ToM. Los niños parecen que empiezan a tener una teoría de la mente alrededor de los 3 ó 4 años, antes no se representan creencias y deseos ajenos con facilidad y por tanto el reconocimiento de los demás no es reconociendo al Otro como tal Otro, no se genera conciencia social.

Cuando me encuentro con mi vecino en el pasillo y me está amenazando con la raqueta de paddle en la mano e insistiendo en la idea de que “Scaramouche es una película de Stewart Granger”, yo rápidamente lo que hago es generar una ToM de mi vecino, intentar calibrar cuál es su creencia, qué estado o contenido mental tiene, e intento cuadrarlo con su comportamiento. Cuando estamos intentando entender a una persona estamos generando continuamente ToMs hasta que encontramos una que nos cuadra con la situación (bueno, en el caso de mi vecino ya sabemos que no encontramos ninguna coherente y por eso o salimos huyendo o llamamos a la ambulancia). Si de la máquina de tabaco sale la voz de “su tabaco, gracias” y por casualidad escucho “…tabaco, gracias”, ni por asomo me imagino que me está pidiendo un cigarrillo y tiene ganas de socializar, supongo que hay un fallo mecánico. A las máquinas no se les atribuye ToM. Mejor dicho, una máquina es de la clase de cosas (entre otras) que no se les atribuye ToM.

Pero ahora supongamos que mi vecino es un bromista –un extraño bromista- y siempre que nos encontramos en el pasillo el me hace la broma de hacerse pasar por un paranoico salido de alguna inquietante historia de Stephen King (hay vecinos así de simpáticos) y yo le sigo la corriente. En este caso mi vecino está asumiendo un rol, un papel diferente, otra personalidad que es de juguete, una simulación. Cuando yo genero mi teoría de la mente los estados mentales que le atribuyo son dobles: el estado y los contenidos mentales de un paranoico (le sigo la corriente y continúo la broma asumiendo yo también un rol) y los de una persona normal que me está gastando una broma. Esto se ve muy claro en los niños después de los 4 años. Después de los 4 años (desde los 4 años más o menos) empiezan a disfrutar con los juegos de role-playing: “tú eres Buzzlightyear y yo soy Woody y vamos juntos a rescatar al Sr. Potato” (es la versión posmoderna y solidaria de “yo soy el poli güeno, tú el ladrón y sal corriendo ya que voy a por ti). En los juegos de role-playing los niños tienen que generar una serie de ToMs complejísimas: como niño tengo que representarme que tú eres Buzzlightyear y qué contenido mental (intención, deseo, creencia) tiene Buzzlightyear en este momento pero sin perder la ToM que genero cuando sé que quien está actuando de Buzzlightyear es el primo Pepe Luis. Si el niño no fuera capaz de mantener ambas ToM a la vez sería un desastre, porque de fracasar el reconocimiento de mi primo Pepe Luis como tal y solo le atribuyera los estados mentales de Buzzlightyear el sentido de la realidad del niño colapsaría, del juego se pasaría al trastorno paranoide. Sin embargo los niños de 4 años, recién entrenados en generar una teoría de la mente, emplean el role-playing todo el rato, y salvo casos clínicos, no pasa nada y es sanísimo, siendo una situación cognitiva tan compleja como es mantener una doble calibración de la mente ajena. Alguna importancia enorme en el desarrollo del individuo tiene que tener cuando de modo tan temprano los niños desarrollan ToMs complejas, y alguna importancia enorme tiene que tener en el desarrollo de la especie humana cuando chimpancés adultos ni siquiera pueden generar una simple teoría de la mente.

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