In October 2008 IE School of Arts and Humanities will welcome the first intake of its ten-month, full-time master’s program in international relations. Aimed at making a real difference in its field, the Master in International Relations will be taught entirely in English at IE‘s urban campus in Madrid. Its ground-breaking profile is based on a unique combination of factors:
- Madrid’s position as a major European Union capital and reference in the Spanish-speaking world.
- IE’s commitment to academic excellence and the entrepreneurial spirit.
Students will be admitted to the program on the basis of an excellent academic track record and relevant international experience. While not strictly essential, professional experience will be highly valued.
Please find below the most recent article of Prof. Leopoldo Calvo-Sotelo, Director of the IE Masters in International Relations entitled "Segunda legislatura y asuntos exteriores"
Publicado el 21/04/2008, por Leopoldo Calvo-Sotelo Ibáñez-Martín
Los comentaristas políticos norteamericanos han acuñado la expresión “second term blues” para referirse a los problemas que suelen tener los presidentes de Estados Unidos durante su segundo mandato, y que muchas veces se dicen derivados de esa mezcla de cansancio y arrogancia que da el poder cuando se ejerce durante largo tiempo.
La experiencia de la democracia española no da todavía para establecer una tipología de esos problemas; pero sí cabe identificar algunas tendencias de las segundas legislaturas en lo que hace a las relaciones internacionales. Resulta especialmente interesante a estos efectos el análisis de los sucesivos nombramientos para el cargo de ministro de asuntos exteriores. Los ministros de Asuntos Exteriores siempre han tenido un prestigio especial en las democracias.
En Norteamérica, el renombre mundial del secretario de estado ha llegado a rivalizar, en ocasiones excepcionales, con el del propio presidente. Así ocurrió con Henry Kissinger en la última etapa de Nixon y durante la presidencia de Gerald Ford. En cualquier caso, sólo los secretarios de estado (y no todos) aparecen junto a los presidentes en las imágenes y los recuerdos que quedan de una época. Por ejemplo, las presidencias de Truman y de Eisenhower resultan inseparables de las figuras de Dean Acheson y John Foster Dulles, respectivamente.
El menor peso político que ha correspondido a los grandes países europeos en los últimos sesenta años ha reducido la estatura internacional de sus ministros de asuntos exteriores. Sin embargo, también aquí, si alguien acompaña a presidentes y primeros ministros en su camino a la posteridad, suele tratarse de un ministro de asuntos exteriores. De este modo, la historia de la República Federal de Alemania se resume en la lista de los cancilleres con la adición de Hans-Dietrich Genscher, líder liberal e influyente ministro de asuntos exteriores durante muchos años.
Proyección internacional
En la España democrática, el Ministerio de Asuntos Exteriores comenzó su andadura con buenos augurios. En efecto, el resultado más brillante de aquel indeciso primer semestre de 1976 fue probablemente la proyección internacional que alcanzó la nueva y prometedora monarquía de la mano de José María de Areilza. Después, los jefes de la diplomacia española han mantenido una media más que decorosa, y el palacio de Santa Cruz ha quedado por lo general al abrigo de los vaivenes que han afectado a otros departamentos ministeriales.
Como antes se apuntaba, puede intentarse una clasificación de nuestros ministros de asuntos exteriores según que el presidente del gobierno que los nombrase estuviera iniciando su primera o su segunda legislatura.
Los nombramientos de primer mandato han venido recayendo sobre profesionales de las relaciones internacionales: Marcelino Oreja, Fernando Morán, Miguel Ángel Moratinos, diplomáticos de carrera; Abel Matutes, con una larga ejecutoria como comisario europeo. En cambio, los nombrados en segunda (o ulterior) legislatura han sido sobre todo figuras ascendentes en el partido gobernante de la época: José Pedro Pérez-Llorca, Javier Solana, Josep Piqué…
La clasificación no es perfecta (algún elemento podría estar en los dos subconjuntos) ni omnicomprensiva, pero resulta reveladora del distinto estado de ánimo con que los presidentes del gobierno han abordado las relaciones internacionales según fueran novicios o veteranos.
Es lo cierto que, con muy contadas excepciones, los presidentes del gobierno han llegado a La Moncloa sin experiencia extranjera ni vocación internacional. Pero el paso del tiempo y el éxito en la política española les fueron haciendo concebir ilusiones de lanzarse a los grandes temas europeos y planetarios.
Ya en tiempos de Adolfo Suárez se hablaba del “síndrome del estrecho de Ormuz” para referirse a la afición por el oriente medio que el presidente comenzó a desarrollar tras ganar las elecciones de 1979. Se diría que a partir del segundo mandato los presidentes experimentan más deseos de surcar los espacios internacionales y menos necesidad de contar con un profesional en el ministerio de asuntos exteriores.
¿Qué ocurrirá en la presente legislatura? Los hechos parecen desmentir la tesis que aquí se sostiene. Moratinos continúa en su cargo; y la foto del presidente del gobierno en la reciente cumbre de la OTAN de Bucarest no podía ser más expresiva: nada que decir, ni ganas de decirlo, ni lengua en que decirlo. Sin embargo, créanme: tantas son las pompas y seducciones del mundo, que terminarán surtiendo efecto; y los asuntos exteriores volverán a formar parte de nuestros “second term blues”.
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