Decía José Luis Borges que le fútbol no es más que un juego en el que veintidós jugadores no hacen más que correr detrás de una pelota.
Si sólo fuera eso sería encantador y entrañable y, a pesar de que no lo es, resulta igualmente apasionante y placentero.
El fútbol (y con él otros deportes) es fenómeno social con una terminología particular que ha terminado por trascender a otras parcelas de la vida. Vean ustedes estos ejemplos.
Algunos de sus lances más significativos definen ciertas situaciones complicadas. Sucede eso cuando alguien se casa de “penalti” o en los negocios “le meten un gol” tonto o por toda la escuadra.
Ciertas situaciones posicionales determinan exclusión o advertencia. Uno puede quedar “fuera de juego” de un proyecto o estar “al tanto de la jugada” para evitarla o servirse de ella.
La habilidad en las iniciativas es tener “visión de la jugada”, fracasar en ellas es no “rascar bola”. En ganar a las compañías pueden hacer “buenos o malos fichajes”, pero reclaman a sus empleados que “cumplan las reglas del juego” y les exigen que “suden la camiseta” y que “no tiren balones fuera”.
Dependiendo de su filosofía laboral les darán “cancha libre”, o “les marcarán de cerca” para que no cometan errores “de campeonato”. Al fin y al cabo las empresas con aspiraciones pretenden estar en la “Champions League”. Pero si los empleados se equivocan les “sacarán tarjeta roja” o, al menos les advertirán con “la amarilla”.
No nos puede extrañar esta transferencia de expresiones al mundo de la economía y al funcionamiento del sistema empresarial. El mismo fútbol es un deporte, pero es también un negocio para muchos de sus actores. Es una actividad lúdica de masas que tiene una jerga propia, un lenguaje de la tribu, uno de cuyos méritos mayores es su utilización por personas que apenas saben que los balones son redondos.
Y es que ya lo dijo Johann Cruyff. El fútbol no se practica sólo con los pies; es un deporte que se juega sobre todo con la cabeza. Así lo debió entender Ronaldo, cuando ante una derrota sentenció: “perdimos porque no ganamos”.
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