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"El reto de Zapatero es recuperar peso mundial"

Leopoldo Calvo-Sotelo analista español. El panorama internacional es menos tenso que hace uno o dos años. En Europa, al menos de manera provisional.

Leopoldo Recobrar el protagonismo de España en la arena internacional, ¿será uno de los retos del  presidente José Rodríguez Zapatero, en su segundo mandato?

En orden general, la segunda legislatura de los presidentes del Gobierno español ha sido la  de los asuntos exteriores. Eso sucedió en los tiempos de Adolfo Suárez, quien prestó más atención a este tema a partir del año 1979. Lo mismo ocurrió en el caso de Aznar.  Hay una inercia natural. Al parecer, los presidentes aprenden en el oficio y se van empapando paulatinamente del fenómeno internacional. 

¿Cuáles son los retos más urgentes?

El panorama internacional es menos tenso que hace uno o dos años. En Europa, al menos de manera provisional, el problema planteado por la fallida constitución europea está resuelto. Por otro lado, la presencia de un  presidente de EE.UU., muy controvertido a escala internacional y cuya gestión ha sido discutida hasta por sus propios aliados, se terminará con las elecciones en ese país. La era Bush-Blair se acaba  y el factor de inestabilidad desaparecerá. 

A Zapatero se le acusa de perder peso en la Unión Europea (UE). Se dice que países como Francia o Alemania llevan la batuta. ¿Es una apreciación justa?

José María Aznar tuvo un protagonismo importante en la UE. En el tratado de Niza (base para la ampliación de la UE) fue muy fuerte la influencia española. Por otra parte,  Aznar adoptó una posición muy firme y muy marcada en relación con Iraq. Frente a esas posiciones tan definidas, en esta legislatura España no ha tenido una iniciativa internacional de tanto peso. Lo más trascendente ha sido el trabajo en la Alianza de las Civilizaciones, que al ser una reflexión marcadamente intelectual  no tiene tanto eco.

A  Zapatero se le pide volver a mirar hacia afuera…

Es importante, porque durante cerca de siglo y medio, España estuvo en un profundo aislamiento internacional.  Dejamos de tener voz en los asuntos europeos y no emergimos sino hasta la transición democrática. Entonces, España se adhirió a la OTAN y después a la UE. Ahora,   España es  el primer país europeo  en número de estudiantes del Programa Erasmus, auspiciado por la UE.     Entre 1977 y el 2007, este país ha vivido un período de expansión internacional importante.

Un tema clave en la relación de España con la UE ha sido la inmigración. Zapatero aprobó una regularización extraordinaria para medio millón de personas. ¿Fue una decisión acertada?

Los temas importantes de  inmigración dependen de cada país del bloque. Creo que el clima social de cada país en relación con la inmigración es  más importante que las medidas a escala europea. Lo que de verdad importa es el día a día, lo cotidiano, los millones de personas que conviven aquí, la actitud de sociedad.  Los países vecinos, como Francia, nos pueden servir de ejemplo  de lo que no hay que hacer. 

¿Por qué sirve de ejemplo?

Allí, el hecho colonial estaba muy cercano. Cuando se empezó a recibir inmigrantes de Argelia y Marruecos, los contextos psicológicos eran desfavorables y el manejo del tema no fue el mejor, incluso dio lugar a posiciones de extrema derecha, muy duras con los inmigrantes. En España, la vida es más en la calle, menos íntima, más abierta a elementos nuevos. 

Zapatero ha mantenido un discurso integrador. Pero ahora hay temas que no podrá eludir, como la expulsión de los ‘sin papeles’…

Las reglas en ese sentido  están establecidas y la Ley tiene consenso político. Por eso, no creo que vayamos a entrar en dinámica de tensión. Las tensiones pueden venir por el lado de la desaceleración económica que vive España, que generará más competencia por el empleo o los servicios.

Se ha dicho que las relaciones de España con EE.UU. están congeladas.  ¿Cómo reactivarlas de manera efectiva?

Hay que esperar hasta el primer martes de noviembre, cuando se elige al nuevo Presidente de EE.UU.  Hay que ver cómo se recompone el  panorama a la vista de lo que ocurre en otros países europeos, sobre todo Gran Bretaña.  Sin embargo, los grandes temas de relación con EE.UU. no son bilaterales, tienen que ver con toda la Unión Europea. ¿Ejemplos? Hay un acuerdo muy importante relativo al transporte aéreo transatlántico norte, la ruta aérea mundial más densa, que usan todos los días cientos de miles de personas.  También hay pendientes temas de seguridad. Hay que ver qué ocurre con Iraq y ese no es un tema bilateral, sino europeo.

¿Cuáles son los principales retos políticos y económicos con respecto a la relación con América Latina?

Ahora, en América Latina  el concepto tradicional de democracia   encuentra caminos populistas. Eso tiene riesgos. Europa vivió la fase populista de sus democracias en los años veinte y treinta, con resultados dramáticos. Esto plantea retos  para los estados europeos que mantienen  inversiones en los países de este continente, España a la cabeza. En la actualidad se habla de diplomacia corporativa.
La diplomacia no es un patrimonio exclusivo de los Estados.

Entrevistó: Gabriela Paz y Miño, corresponsal en Madrid.

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