La mayoría de las noticias sobre la muerte en España son positivas. La mortalidad infantil con menos de 4 fallecidos por cada 1000 nacidos vivos, roza el mínimo biológico y la esperanza de vida al nacer nos coloca en el pelotón de cabeza de la longevidad. Un español que nazca ahora tiene la esperanza de poder vivir 77 años, solo superado por los 78/79 de los noruegos y suecos que parecen mejor conservados por el frío Y una mujer española se alarga hasta los 83 acercándose, con otras europeas, al record de la vida media más larga que hoy tienen las japonesas (86 años).
Este panorama favorable solo se ve ensombrecido por un hecho tan natural como inevitable: la subida del número anual de fallecidos como consecuencia del envejecimiento demográfico. Hasta los comienzos de los 80 morían al año unas 300.000 personas. En los últimos tiempos ya se superan las 350.000 que seguirán creciendo en el futuro. Hemos pasado de un modelo habitual de morir de niño a otro preferente de morir de viejo. El 83% de los fallecimientos que ocurren en España se producen a partir de los 65 años y el 50% entre las personas que cumplen más de 80 años.
La muerte nos separa de este mundo cada vez más tarde y se lleva más hombres (52%) que mujeres Y se los lleva por una razón prioritaria distinta. Los varones se mueren ante todo por tumores y después por las enfermedades del aparato circulatorio. Con las mujeres sucede al revés ;son estas últimas, particularmente las dolencias cerebro vasculares, las más dañinas.
Alguien habló hace tiempo de las tres Ces mortíferas: el cáncer, el corazón y la carretera. Las dos primeras acaban matando al 60% de los españoles. La tercera nos sensibiliza más porque provoca muertes “evitables” y localizadas en buena parte en la población joven masculina, pero solo suponen el 1´2% de todas las defunciones.
El Sida tiene todavía una incidencia menor (0´3%) y además disminuye, pero aumentan los que pierden la memoria histórica y la de si mismos y acaban falleciendo con el Alzheimer (2´4%).
En cualquier caso, las muertes son para el invierno (42%). En verano cuesta más dejar este mundo (30%).
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