Las salones y tertulias literarias desde los siglos XVI al XX se han caracterizado por su exclusividad. Se asistía a ellos por estricta invitación que solo llegaba a aquellos que previamente habían demostrado su erudición y su maestría en el arte de la exposición, la agudeza y la agilidad del comentario. El salon estaba reservado "aux hommes et femmes d’esprit".
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, fueron las mujeres aristócratas quienes dieron alma a estos foros de influencia y creatividad intelectual. La Duquesa de Retz, en la corte de Enrique III de Francia, fue la única mujer admitida en l’Académie du Palais, y recibió, en su salón, a la mayor parte de los poetas de la Pléiade.
Durante el preciosismo del XVII, la Condesa de Lafayette, autora de la Princesa de Clèves
, quintaesencia de las letras francesas, fue anfitriona de uno de los salones más conocidos de la Historia frecuentado por personajes de la altura de La Rochefoucauld
, el Principe de Condé
o la Marquesa de Sévigné.
Fue en la Ilustración cuando se produjo la mayor afloración de estas tertulias convertidas en foros irrepetibles como el salón de Mme D’Epinay, bajo cuyo techo Rousseau
escribió su tratado de educación: "L’ Emile"
, y en cuyo Château de la Chevrette, se reunieron la mayor parte de los Enciclopedistas,
D’Alembert, Diderot, Saint Lambert o el baron d’Holbach.
Todas estas mujeres se caracterizaban por su profundo conocimiento de las lenguas clásicas y la Historia. Supieron crear espacios de diálogo y reflexión que fueron, a menudo, origen de muchas de las grandes ideas filosóficas y políticas de su tiempo. Las mujeres ilustradas de aquellos siglos encontraron el modo sútil de influir en el pensamiento y en la política desde arriba, desde el mundo de las ideas, tras las puertas, en la privacidad de sus casas. Desde el ámbito privado supieron tejer la tela del arte de la palabra que les dió voz en la esfera pública.
Los salones se perpetuaron hasta nuestros días pero nunca antes tuvieron la posibilidad de exponer sus reflexiones colectivas ante un público ilimitado. Eso es lo que hoy permite la Red y ,en concreto el blog, un salon exclusivo abierto a la lectura y al comentario de interesados desconocidos. Sospecho que Mme de Sévigné o la Duchesse de Retz no habrían encontrado interés en difundir el arte de su oratoria y sus ideas en una esfera desconocida. Sin embargo, en nuestras sociedades democráticas y participativas del siglo XXI, existe un deseo general de opinión. Hoy, gracias a la web 2.0, ya no hay que pedir o ganarse el derecho a tener voz sino que todos podemos expresar o publicar nuestro pensamiento con un clic. ¡Qué importantísimo avance!
Por eso, y en vista de las peticiones recibidas, Sapiens Tribune ha decidido crear una tribuna abierta con el objetivo de invitar a nuestros lectores a opinar en nuestro modesto salón,más allá de los tradicionales comentarios a posts específicos, mediante el envío de sus artículos, que previa revisión editorial, publicaremos en este blog.
Comments