Hablaba de paraísos perdidos, de Pío Baroja, doctor del alma vasca, narrador del mar antiguo, de tierra entrañable y herida. Hoy, he querido recordar su voz pura; la huella perdida del ultimo antihéroe venerado por las lamias de los regatos fronterizos. Hoy, en que Basojaunes y sorguiñas rondan el naufragio en alguna playa querida.
Recordad este pasaje como esperanza frente la ira que invade a la noble tierra vasca:…Ahora, en este momento en que toda la vida oscura de la Naturaleza palpita en el misterio; en que se oyen los mil ruidos furtivos de la noche; en que el agua de este arroyo va llevando su canción mixta de alegría y queja al mar… Ahora que en que el negro cielo tiembla una estrella de plata; ahora que el terrible Basojaun lanza su mirada roja por entre las ramas del bosque; en que la Leheren Surgía, de las cuevas pirenaicas, extiende sus siniestras alas por el aire, y la corneja lanza su grito agorero en las selvas; ahora el poeta oye la voz de la soledad, la voz del silencio, que se levanta como la vaga niebla del amanecer, y dice a sus vasallos, a la terrible fauna que puebla el inquieto imperio de la noche: ¡Hadas! ¡Silfos! ¡Sorguiñas! ¡Basojaunes! ¡Lamias!, que peináis vuestros cabellos de oro en los arroyos de Zugarramurdi (…) Y cuando Cupido, en combinación con Morfeo, haya dormido los espíritus de nuestras beldades…, vosotros, hidalgos, caballeros, gentileshombres, velad su sueño, defendedlas contra las hidras y los dragones que vagan en la noche y arrancad las alas de las mariposas y cubrir con ellas delicadamente sus pupilas para que no las dañen los rayos perniciosos de la luna…"
Pío Baroja
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