Los hijos solteros porque los casados, como las bicicletas, son para el verano. Me explico. No son pocas las familias españolas que siguen albergando en su seno hijos con la juventud madura, que han terminado sus estudios o siguen cursándolos. Aún no trabajan o realizan sus primeros pinitos laborales, pero dependen para sus necesidades de acomodo e intendencia del presupuesto familiar.
Son los hijos del invierno (y del otoño y de la primavera…) que, sin embargo,en verano ponen tierra mar o aire por medio y buscan la independencia y el bullicio en “horizontes lejanos”. Con ese distanciamiento temporal podría pensarse que sus padres añorarán su presencia crónica, por supuesto aceptada y querida, pero a veces excesivamente prolongada ,por razones inmobiliarias que no dependen de esos chicos.
El matrimonio hace triste las maletas , se van al mar o a la montaña y se acomodan en su remanso estival ; pero apenas tienen tiempo para interiorizar la añoranza. Con el calor llega a la casa la hija o el hijo casados, con su cónyuge, un par de angelitos y una interna inmigrante que completa el kit de ese desplazamiento temporal. La joven pareja acude con vocación de permanencia, despliega su impedimenta, okupa la casa, aposenta el servicio, da instrucciones a la abuela y se va a cenar con los amigos.
La familia española con sus hijos es una institución ejemplar. Funciona como un todo terreno. Es una unidad de acogida en lo universal. Se mantiene activa en toda ocasión. Constituye un soporte físico y material insustituible y divide sabiamente su tiempo de inverno y verano. Ya lo saben los hijos solteros son para el invierno y los casados y los hijos de sus hijos para el verano. El cuadro se completa cuando los padres tienen otros padres dependientes que atender, porque estos son para todas las estaciones.
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